Entre 2005 y 2011, por iniciativa de Juan Manuel Palma, él mismo y un grupo de personas viven una experiencia de hospitalidad en la que se comparte techo, mesa, ilusiones y dificultades con gente venida de otros lugares buscando una vida más digna. Se crea así un hogar, una comunidad de vida en la que las diferencias – distinta cultura, distinto color de piel, distinta religión, etc– se van descubriendo como riqueza. El techo y la mesa común, la hospitalidad como valor en definitiva, se descubren en estos seis años como una forma de vida que conecta con la esencia vocacional e incluso vital de los que hicieron esa experiencia.